MéritoSor Juana fue víctima de una sociedad que oprimía a las mujeres e impedía que los talentos se desarrollaran y triunfaran. Las cosas han cambiado pero no lo suficiente. En México y en muchas otras sociedades seguimos obstruyendo que las personas triunfen en la medida de sus méritos, y seguimos discriminándolas por su raza, por su género, por su religión o por su clase social.
La prosperidad individual debería explicarse por el mérito de las personas, antes que por su linaje, sus palancas o sus ventajas legales. La Colonia terminó oficialmente hace casi 200 años, y sin embargo no hemos podido consolidar una verdadera cultura del mérito. Los "hombres necios" de nuestra época siguen apoyando privilegios injustos, leyes barrocas, subsidios regresivos, y políticas económicas contrarias a la competencia, a la movilidad social y a la libertad.
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Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis; si con ansia sin igual solicitáis su desdén, por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión, ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende?, ¿si la que es ingrata ofende, y la que es fácil enfada? Mas, entre el enfado y la pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es de más culpar, aunque cualquiera mal haga; la que peca por la paga o el que paga por pecar? ¿Pues, para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo. Sor Juana Inés de la Cruz |
Libros y lecturas
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The Constitution of Liberty
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